jueves, 23 de febrero de 2017

CORRER EN TIEMPOS REVUELTOS

Algunas veces nada sale como se planea.
Tampoco es que yo planee mucho, ni con mucha antelación. Ventajas de viajar en furgo, y si un plan se cae, casi siempre otro se levanta...
Pero el pasado fin de semana a punto estuve de darme por vencida y dejar de luchar contra lo que el destino tenía previsto para mí.
Empiezo contando lo que teníamos planeado, así, sin grandes detalles, porque ni nosotros los sabíamos:
Viernes 15.00 horas: Destino La Covatilla para aprovechar la tarde haciendo unas subiditas/ bajaditas a pista cerrada.
Noche en Candelario
Sábado: Subida al Morezón y noche en Hoyos del Espino
Domingo: Vuelta a la travesía en la  Covatilla

El plan del sábado y del domingo bailaba en función a los cambios meteorológicos, y esta indecisión fue la causante de que todo saliera un poco de aquella manera.

Empecemos con la crónica:

El viernes fue un día perfecto: A las 16.00 estábamos en pistas. Habíamos comido algo por el camino, así que sin perder tiempo, nos plantamos los esquís y "pa'rriba".


 El día estaba espectacular, y la nieve, recién caída, mejor aún.


Como en una hora desde que salimos, cerraron las pistas y nos quedamos solos. Nos dio tiempo a hacer un par de subidas, y las bajadas, con toda la pista para nosotros, impresionantes.



Sólo había que tener cuidado de no entorpecer a los operarios que ya estaban con las máquinas trabajando para alisar las pistas para el día siguiente.

Tras comer algo y tomar una cerveza en la furgo, pasamos la tarde en las tiendas de ropa de montaña de Béjar.
Detallazo de la Señora Paquita (Tita para los amigos)

Tomamos unas cañas/pinchos y subimos a Candelario, donde cerramos la jornada con un par de cervecitas más.

Nos fuimos a dormir sin decidir si iríamos mañana o el domingo al Morezón. Estábamos ya metidos en el "ya mañana, cuando veamos el tiempo, decidimos..." Craso error.

No nos levantamos muy tarde pero aún así, entre ir a desayunar, ver el tiempo, mirar las webs, etc, etc... cuando decidimos marchar hacia la Plataforma se nos había hecho un poco tarde.
El acceso a la plataforma estaba "atarrascao" de madrileños que tenían puente, y, como a esas horas ya estaba el parking completo, después de estar un rato parados, nos informaron que cerraban el acceso....
Amos venga!!

Total, que hubo que decidir rápido, o perderíamos toda la mañana (ilusos). Finalmente decidimos volvernos, con las mismas a La Covatilla.

Hale! a deshacer el camino...

Peeeero, la cosa no acababa ahí. Pensábamos que sería llegar a la Covatilla y ponernos los esquís... cuestión de una hora, como mucho.... Pero no: el puente en Madrid junto con el buen tiempo, había hecho que todos tuviéramos la misma idea y a la misma hora: subir a la estación y encontrar un sitio de aparcamiento... Demasiados coches para tan poco espacio.

Resultado: casi una hora de retención, y, por lo tanto alrededor de las 14.00 cuando nos pusimos los esquís.
Yo, entre unas cosas y otras, estaba un poco "de malas", así que cuando llegué arriba, decidí dejar de sufrir e irme a tomar una cerveza.

Disfruté mucho de una única bajada y me relajé en la furgo hasta que, una hora y pico después, llegó Andrés.

Aunque había hecho muy bueno todo el día, de repente empezó a nublarse y poco después a nevar. Mientras, y con la calefacción a tope, nosotros estábamos tranquilamente comiendo en la furgo, sin esperarnos que, cuando decidimos marcharnos OTRA VEZ HABÍA RETENCIÓN....Yo no me lo podía creer. Estuvimos más de una hora literalmente parados. Luego descubrimos que había sido motivado por un accidente múltiple que se había producido poco antes de que nosotros saliéramos y que había colapsado la carretera.

Y como no paraba de nevar, pues la cosa cada vez más chunga...
Increíble.

Por supuesto, cuando por fin conseguimos bajar, ya no teníamos ganas de nada más que de irnos a casa.

En Salamanca, aprovechando la coyuntura, salimos un rato de cañas, que no por estar lloviendo nos íbamos a quedar en casa después del diíta que llevábamos.

Como el domingo ya no nos apetecía nada de nada volver a la locura de la Covatilla, a media mañana tomamos la decisión de ponernos las zapatillas e ir a echar un trote a la Peña de Francia.
Cada uno por su lado, claro, que yo estoy en este periodo de descuento que me ofrece la vida, pero que tampoco me puedo pasar...

Subí muy muy muy cómoda por la pista hasta los 4 pinos, y, cuando llegué allí, me quedé con ganas de más. El reto había sido llegar hasta allí sin parar de trotar, y me había resultado fácil, así que estaba contenta. Lo bueno de ir sola es que los retos me los pongo y me los quito yo según me apetezca..., no tengo presión.

Estaba disfrutando mucho. Sólos La Peña, supersubmarina y yo, así que decidí subir un poco más, hasta el paso de los lobos, donde me crucé con Andrés.

Un saludo rápido y cada uno por su lado. Yo vuelta por el mismo camino. Esta vez de bajada, así que tocaba ser muy prudente y no dar ni un paso en falso.
Cierto es que, ya al final, uno se me escapó y me hizo recordar que, por mucho que me empeñe, la lesión sigue ahí....

De cualquier forma, como el día estaba perfecto para correr, y como no tengo prisa por llegar a ningún sitio, me sentí estupendamente.... aunque mi ginecóloga no diga lo mismo...

Un finde lleno de altibajos, malas y buenas decisiones, malas y buenas sensaciones, malos y buenos momentos... como la vida misma....




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